Hay ocasiones en que sientes miedo. Hay situaciones que, al hacerte un propósito, a veces vienen a tu mente porque en el pasado lo pasaste mal con ellas y te da miedo que vuelvan a repetirse, o aunque no las hayas vivido, por el hecho de planteártelas repetidamente, la posibilidad de que suceda la situación temida te bloquea, debilita y atormenta.
Ejemplo 1: Tienes que hablar en público y sólo de pensarlo te llenas de angustia. Temes que en aquel momento no te salga la voz o te olvides de lo que tienes que decir. Te da pavor imaginar que todos los demás se darán cuenta de tu inseguridad, que van a opinar de ti que eres ridículo e incapaz de hablar en público normalmente.
Ejemplo 2: Imaginas que puede repetirse una situación en la que alguien te gritó y te avergonzó frente a otros. Sólo de imaginarlo te sientes débil e incapaz de soportarlo.
Ejemplo 3: Te sientes desanimado y abatido, en tu relación con otra persona y puesto que sabes que esto no es atractivo, tú haces un esfuerzo en comunicarte con esa persona que tiene poder de hacerte sentir adecuado o no. Lo haces esforzándote en expresar entusiasmo y esa persona te ridiculiza por tu forma de expresrte; por tu situación totalmente vulnerable, tú te hundes profundamente.
Cualquiera que sea el disfraz de tu miedo-pánico, tienes un antídoto sorprendente para ello.
Si sientes miedo, la frase es: Espero con ganas que…
Dedica unos minutos en calma a visualizar que eso que tanto temes va a suceder en tu mente en este momento. Di: espero con ganas que me quede sin voz en tal situación.
Obsérvalo, ve como te quedas sin voz ante muchas o pocas personas, o se te olvida el texto. Tú observas ahora la escena, lo esperas con ganas, estás sereno, y al estarlo se te ocurren cosas que puedes hacer de forma efectiva si eso sucede y observas mentalmente cómo lo resuelves con tranquilidad. Repítelo hasta que sientas que lo esperas con ganas. Estás preparado y has previsto lo que tanto te atormenta, buscando una solución o una acción que te hace más competente y con más recursos,
Eso no significa que te mentalices para perder, sino todo lo contrario, visualiza lo que quieres conseguir con detalle, imagina que ya lo tienes y respira la sensación de alegría y emoción de haberlo conseguido y observa mentalmente los caminos para ello, y cuando temas encontrarte con uno de esos fantasmas que te hacen limitarte, frenarte y sentirte vulnerable, di: Espero con ganas … y espéralo con ganas, para actuar mentalmente ante esa situación de forma que cada vez te va a dar más confianza en ti mismo y vas a perseverar en tu objetivo sin que este contratiempo te debilite. Por eso, en lugar de rehuir las dificultades por el temor de que aquello deje en evidencia tu ‘incapacidad’ cada vez te sentirás más y más seguro en cualquier circunstancia.
Te darás cuenta de que nada es tan importante y que precisamente las situaciones que te gustaría poder hacer pero que te dan pánico, son las que te conviene trabajar y experimentar para ser libre emocionalmente y expresar tu poder personal.
Si, curiosamente, sólo cuando haces frente a tus miedos, cuando, en lugar de no querer pensar en ellos, te sitúas mentalmente en que en este momento está sucediendo aquello que te hace sufrir y dices: Espero con ganas que… (‘me quedo sin voz’, ‘se me olvida el texto’, ‘me gritan de pronto’ lo que sea que te cree tal desazón), logras hacer que estos desaparezcan dando paso a la confianza en tus recursos pase lo que pase.
Seguramente te costará al principio, tendrás que repetirlo unas cuantas veces hasta que la escena ya no tenga ningún efecto sobre ti y te sientas realmente esperando con ganas cuando venga a tu mente esa situación de nuevo, para seguir con tranquilidad y confianza. Al esperarlo con ganas has tenido tiempo y serenidad para pensar en las soluciones-acciones que harás en este caso.
Y ahora ya puedes visualizar enfocándote sin miedo en tus proyectos, sin dejar que la duda te haga titubear.